Las universidades públicas y su apocalipsis particular

Las universidades públicas y su apocalipsis particular
17 Oct 2012

Las Universidades tienen un doble problema realmente grave: enfrentarse a la crisis económica y financiera que viven la mayoría de las empresas y solventar los problemas históricos que han acuciado a estas instituciones durante las dos últimas décadas.

Podría parecer que, hasta el comienzo de esta voraz crisis, las Universidades podía situarse ajenas a lo que sufrían las empresas privadas y que podían seguir sosteniendo una situación precaria y difícil, en cuanto al modelo de negocio que estaban aplicando de forma histórica; con la consiguiente toma de decisiones erróneas que sido, en muchas ocasiones, la seña de identidad en lo que a gestión eficiente se refiere.

Si bien la crisis ha desvelado prácticas ciertamente antinaturales y contrarias, en muchos casos, a la legislación vigente, no es menos cierto que se ha convivido con una cierta sensación del “no pasa nada…, de momento”. Así, se han tolerado situaciones de contratación fraudulenta, contratos temporales y becas que no lo son, o deudas insostenibles en todos los departamentos que impiden que se les pague un sueldo digno a los empleados y colaboradores que, en muchos casos, viven por y para la Universidad.

De este modo, la Universidad se enfrenta a su propio apocalipsis si pretende seguir con esta “línea de negocio” que ha podido ir solapando, tapando o escondiendo cuando se vivían épocas de bonanza económica. Ahora, que los tiempos han cambiado, es hora de remangarse y comenzar a solventar los problemas, no solo económicos, que han llevado a la Universidad pública española a lugar donde está. Sin embargo, la lamentable situación del papá Estado y la mamá Comunidad Autónoma ya no va a solventar la crisis de modelo, estructura y situación económica actual que vive dicha institución.

¿Acabaremos privatizando Universidades tan prestigiosas y antaño poderosas como la Complutense de Madrid, la Autónoma de Barcelona o la Politécnica de Valencia? El tiempo lo dirá.

Jorge Sarazá
Ceca Magán Abogados